La dulce espera; 9 meses de cambios

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Ahora que ya sabéis el porqué del nombre del blog «La resaca del bebé», quiero hablaros de cómo empieza todo. Ese momento en el que decidís que ha llegado la hora. Ese momento en el que vienen a vuestra mente las sabias palabras de las abuelas: “hijos que se os pasa el arroz”, “que cuanto mas mayores, menos paciencia”… Ese momento en el que estáis cagados de miedo, que quieres ser padres pero que os veis demasiado jóvenes para serlo. Ese momento en el que os hacéis el test deseando que salga el palito rosa bien marcado y que cuando lo veis os llena de alegría y os dais cuenta de que vuestra vida va a cambiar para siempre.

Para ser sincera, os tengo que decir que yo no puedo quejarme porque mi embarazo fue muy bueno. Quitando algún que otro susto como un pequeño sangrado, pude hacer vida normal durante todo el tiempo y lo cierto es que guardo un buen recuerdo de esos nueve meses. Aún así, un embarazo siempre trae consigo cambios y algunas situaciones incómodas y de eso es de lo que quiero hablaros hoy.

Empiezan los cambios

Los cambios empiezan pronto, tan pronto como cuando te das cuenta de que no solo ha aumentado tu talla de sujetador, sino también tu talla de pantalón. Que toda aquella ropita que te compraste en rebajas ya no te sirve y que tus piernas están empezando a coger un volumen proporcional al de tu barriga. Pero los peores cambios son los que se sienten a nivel emocional; no sabes si estas bien, o mal, o triste, o muy alegre, piensas que te estás volviendo un poco loca, pero lo cierto es que los que se vuelven locos son los que están a tu lado y tienen que aguantarte todos los días. Con esto no quiero desanimaros, sino todo lo contrario. Quiero que si vosotras también habéis pasado o estáis pasando por situaciones similares penséis que no sois las únicas, que aprendáis a ver siempre el lado bueno de estos cambios  y que los afrontéis con humor.

Elije bien la estación del año

Aunque es casi imposible elegir el momento en el que os vais a quedar embarazadas, yo os aconsejaría que calcularais bien la época del año en la que vais a pasar los últimos meses de embarazo, porque si os pasa como a mí y coincide que tenéis que pasarlos en verano, con la mayor ola de calor que se recuerda en nuestro país y que además te vas de vacaciones a Alicante, la cosa se complica . Te ves como una vaca, te cuesta caminar, sudas por sitios que no sabías ni que existían y dormir se convierte en una odisea. A todo esto podemos sumar los grandes acontecimientos: bodas, bautizos y comuniones. No puedes reutilizar los vestidos de otros años, no puedes llevar tacones, no puedes comer la mitad de las cosas que hay en el menú y encima sabes que mientras los demás amortizan la barra libre, tu tendrás que aguantar las historias de borrachera del “eterno enamorado” y del “eres mi mejor amigo”.

La dulce espera se hace esperar

Parece que todo esto termina cuando llega la fecha prevista del parto, o no, porque si tu hij@ esta muy agustito puede atrasarse hasta dos semanas. Tal vez las dos semanas más eternas de tu vida, en las que la gente no deja de agobiarte: “hija ¿pero todavía estas así?”, “¡madre mía como estas ya!, esta noche te pones de parto”,  “¿todavía no has dado a luz?” (sí pero este bombo que esta a punto de explotar es postizo, no te jo**). Esas dos semanas en las que sigues todo tipo de consejos para intentar ponerte parto: “camina que te va a venir muy bien”, “come cosas picantes”, “cuando haya luna llena enséñale el culo”… y después de hacer más kilómetros que un coche de empresa y de comer todo lo picante que encuentras en el supermercado, te das cuenta de que vas a tener que recurrir a lo único que no querías hacer; enseñarle el culo a la luna para ver si te hace algún efecto. Yo no se si fueron las caminatas, el picante o que la luna me vio el culo (y seguro que también algún que otro vecino), pero la noche de luna llena de octubre de 2015 empecé a notar las famosas contracciones. Y esa es otra; las contracciones. Te pasas todo el embarazo pensando en que no vas a saber cuando te vas a poner de parto mientras todas las mamás de tu alrededor te dicen que no te preocupes que cuando llegue el momento te darás cuenta, y vaya que si te das cuenta. Sobre todo cuando siempre habías querido dar a luz con el mismo dolor que sintió tu madre y tus abuelas y a los 5cm de dilatación ya estas pidiendo a gritos la “epidural”.

A pesar de que todo lo que os he contado puede asustaros y hacer que se os quiten las ganas de quedaros embarazadas, pensar que solo son pequeñas anécdotas graciosas que siempre recordaréis. Para mi ha sido una etapa muy bonita, guardo muy buen recuerdo de esos 9 meses y me han quedado ganas de volverme a quedar embrazada. Por eso, futuras mamás del mundo, no os preocupéis, que como suelen decir, el embarazo es una etapa maravillosa y que el dolor del parto rápido se olvida, tan rápido como ves la cara de tu pequeñin y te das cuenta de que viene sin libro de instrucciones. Ahí si que empieza lo divertido, porque ves que tu vida ya ha cambiado para siempre, pero eso mejor lo dejamos para otro día que por hoy ya os he asustado bastante.

 

 

7 comentarios en “La dulce espera; 9 meses de cambios

  1. Ai si.. La próxima vez (si hay próxima vez) calcularé mejor cuándo termine el embarazo. En pleno agosto embarazada de 9 meses y con este calor era imposible incluso andar!!! Las lunas las miré todas (con ganas de que saliese ya la retoña).. Y al final nació sin ni ponerme de parto (un desprendimiento de placenta). Me quedo por aquí para leerte 🙂

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  2. Pingback: Consejos vendo que para mi no tengo | La resaca del bebé

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