Os voy a contar un secretillo y os voy a decir cual es la fórmula mágica que me ha ayudado a superar estos cuatro meses de bimaternidad sin volverme loca: dosis infinitas de paciencia multiplicada por dos + hacerme la sorda en los momentos de locura + intentar ponerme en modo zen cuando en mi casa solo se escuchan lloros. No se si a vosotr@s os servirá mi fórmula, pero lo cierto es que a mi me ha ayudado por el momento a superar esta aventura tan loca llamada bimaternidad. Aunque en el post de hoy, a parte de contaros este secreto de @malasmadres, también os quiero hablar de como llevamos en casa eso de ser uno más en la familia y de las cosas que he podido hacer desde que soy madre de dos resacosos y que por cierto, con mi primera hija tarde casi más de un año en hacer. ¡Ayyy bendita experiencia!
Uno más en la familia
No os engaño si os digo que me daba un poco de miedo el como encajaría la pequeña resacosa la llegada de su hermanito, pero la verdad es que la enana nos sorprendió a todos. Quitando algún que otro celillo normal a la hora de dormir o cuando el resacoso está enganchado a la teta, el periodo de adaptación al nuevo miembro está siendo todo un éxito. La hermana mayor nos ayuda en todo lo que puede, incluso a veces quiere hacer cosas de más «ama, déjame al hermanito que yo lo cojo», «hija que no puedes cogerlo» «ama, que si puedo, que soy la hermana mayor y tengo mucha fuerza» jajajaja.
Nos ayuda a cambiarle el pañal, a vestirle, a ducharle y a veces se enfada porque ella no puede darle de comer. Es entonces cuando coge a su muñeca se levanta la camiseta y le da la tetita. Ella feliz y a mi se me cae la baba, pero sobre todo babeo cuando veo como lo abraza, le besa o presume delante de la gente de que es su hermanito y de que ella es la hermana mayor.
Viajar
Con mi primera hija no me atreví a salir de viaje hasta los dos meses, entre otras cosas porque si no tenía la situación controlada en casa, mucho menos me veía saliendo fuera con un recién nacido. Pero en esta ocasión estaba deseando que el enano pasara la revisión de los 15 días para viajar a mi tierra, algo que por cierto nos vino a todos muy bien, porque mi hija estaba todo el día entretenida con los tíos, los primos y las amigas del pueblo y así no notaba los temidos celos y yo tenía ayuda extra a todas horas que me venía muy bien.
También nos hemos atrevido a hacer una escapada más larga en la que para mi sorpresa el pequeño resacoso durmió toda la noche del tirón (no quiero envidias cochinas porque ya os digo que ha sido la única), pero que también fue un poco estresante, porque lo quiera o no, los niños pequeños necesitan unas rutinas y durante esa semana les mareamos bastante y les cambiamos los horarios y algún día de las vacaciones eso nos pasó factura.
Mirar a mi bebé
Otra de las cosas que he hecho en esta segunda ocasión ha sido mirar a mi pequeño mientras duerme. No os exagero si os digo que con la resacosa esto no lo hice hasta mínimo los 6 meses, más que nada porque mientras ella dormía (poco) yo aprovechaba para hacer cosas y sobre todo yo también dormía de puro cansancio. Pero con el resacoso todo ha sido diferente. El niño duerme bastante, yo estoy descansada y eso me permite tener tiempo para mirarlo mientras duerme y no estar todo el rato pensando en descansar.
Dedicarme tiempo a mi misma
Lo más importante que he podido hacer en estos cuatro meses es dedicarme tiempo a mi misma, que la verdad sea dicha viene de lujo. Reconozco que me vino muy bien poder ducharme y depilarme los primeros días sin tener que estar pendiente de los lloros de un bebé, gracias a la ayuda que tuve en casa. Algo bastante diferente a la primera vez, porque de los primeros cuatro meses como madre primeriza tengo el mal recuerdo de duchas a la carrera con gritos de fondo reclamando mi atención.
Por todo esto os confieso que en esta ocasión he podido disfrutar de la maternidad desde el primer momento y aunque suene un poco fuerte es como lo siento. Con mi primera hija no disfruté hasta pasado el año. La recién estrenada maternidad tenía sus momentos bonitos, pero las situaciones extremas, el cansancio, los dolores, la falta de sueño y la soledad pesaban más y no me dejaban disfrutar de la maternidad. Ahora, con dos hijos y con mi truquillo de hacerme la sorda en los momentos de locura puedo decir bien alto que esto de ser madre no está tan mal. La recompensa viene con los abrazos y los «te quiero mucho mami» de la resacosa mayor y con las sonrisas que me regala el resacoso pequeño cuando me mira o escucha mi voz.
Y vosotras resacosas ¿qué me decís? ¿cuáles son vuestros truquillos para sobrevivir a la bimaternidad?
No se si sabes que he vuelto a ser tía y ahora cuido a mis dos sobrinas.
La mayor tiene cinco años y la pequeña uno.
Me gustaMe gusta
No sabia!! Enhorabuena!!!
Me gustaMe gusta
Gracias!!
Pensaba que lo habías leído en mi Blog.
Me gustaMe gusta